Los beneficios del juego simbólico, y en concreto de jugar a cocinar, se observan en todos los planos del desarrollo infantil, ya que estimula el desarrollo físico, psíquico, afectivo y social de los niños. Adquieren conocimientos útiles para su vida diaria, cuando juegan a cocinar están recreando escenas cotidianas de su día a día que ven hacer a sus padres, al tiempo que entrenan sus propias capacidades y habilidades para poner en práctica cuando se les presente la situación real.
Mientras los niños juegan a cocinar, trabajan otros aspectos de su desarrollo como la coordinación y la motricidad fina, pues utilizan sus manos para manipular los objetos con los que juegan y de esta forma mejoran su habilidad psicomotora
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